A finales del mes de octubre todas las bolsas descontaban una victoria clara del partido demócrata, encabezado por Hillary Clinton y las bolsas europeas cotizaban próximas a sus máximos anuales. El partido republicano encabezado por Donald Trump parecía muy alejado de convertirse en una amenaza clara para los demócratas.El tiempo pasó, y las encuestas reflejaban cada vez un resultado mucho más ajustado y que gran parte del planeta no se quería creer. Voy más allá, para determinadas firmas de inversión la posibilidad de que D. Trump fuese el próximo Presidente de EE.UU podría convertirse en el detonante de una tormenta perfecta, para ser estrictos, de una tormenta perfecta más ya que en finanzas ya llevamos unas cuantas a nuestras espaldas, véase burbuja tecnológica, crisis del petróleo, caída de Lehman e hipotecas sub-prime, Brexit,…
Como todos sabemos, al final, esa igualdad en las urnas se tornó en sorpresa. En la madrugada del 7 al 8 de noviembre conocimos como el próximo presidente del país más influyente y poderoso del mundo iba a ser el Sr. Trump. La reacción inicial fue bajista tanto el cierre de los mercados asiáticos (descendiendo por encima de los 4 puntos porcentuales) como la apertura de Europa. Ese pesimismo inicial se fue calmando a lo largo de la sesión y la apertura al alza de los mercados americanos ayudaron a un cierre europeo más bien tibio. Los mercados volvían a darnos otra lección de aleatoriedad ya que los analistas interpretaron el nuevo discurso en un tono más conciliador con fuerte inversión pública y con algunos sectores claramente beneficiados que luego comentaremos. Es decir, la corrección inicial que vaticinábamos todos, no se produjo, y las reacciones previstas días o semanas atrás por todos los analistas quedaron muy lejos de materializarse.
Entrando un poco más en detalle, el modelo económico sobre el que se asentará la «era Trump» o Trumpconomics son las siguientes:
- Rebaja fiscal tanto a las clases medias (tres tramos de rentas en vez de siete y tipos más bajos) como a las empresas (del 35% al 15% o incluso al 10% para empresas que decidan repatriar beneficios acumulados en el exterior).
- Potenciar la inversión pública en infraestructuras.
- Proteccionismo: abandonar el acuerdo comercial del Pacífico y renegociar acuerdos con México y Canadá.
Con estas bases comentadas, no es complicado extraer los que serán, a priori, sectores beneficiados: Construcción (recordemos que en su primer discurso como presidente pronunció: «Vamos a arreglar nuestros cascos urbanos, y reconstruir nuestros puentes, calles, túneles, aeropuertos, escuelas, hospitales. Vamos a reconstruir nuestra infraestructura. Se convertirán, a propósito, en las mejores del mundo. Y vamos a crear trabajos para millones de nuestras personas para reconstruirlos» ), además, esta inversión en infraestructura sería un buen augurio para determinadas materias primas. Otro sector beneficiado sería el de Energía (principalmente exploración y explotación de recursos naturales), un tercer sector bien parado sería el de Salud y biotecnología (el sector anticipa que someterá el régimen del seguro médico a un profundo cambio), sector Financiero (recordemos que Trump habló de torpedear la legislación sobre la que se apoyó la reforma tras el derrumbe de Lehman Brothers) y por último el sector Defensa, ya que en su discurso siempre ha mantenido que el gasto militar aumentaría.
Ahora bien, en economía una rebaja de impuestos y un aumento de gasto público en muchas ocasiones no son buenos compañero de viaje y una primera conclusión de las líneas anteriores sería augurar un complicado equilibrio entre la estrategia fiscal (bajada de impuestos y con ello ingresos públicos) y la presupuestaria (fuerte inversión en infraestructura y defensa) sólo sostenible con un elevado endeudamiento del sector público. Si a esto unimos la más que previsible y descontada subidas de tipos de interés ayudando a una sucesiva apreciación del dólar.
Esto no ha hecho nada más que empezar y todo está por ver, ahora bien, lo que inicialmente los mercados valoraban como una posible «catástrofe financiera» no se ha producido, y los mercados americanos cotizan en niveles de máximos históricos nunca vistos en la historia. Por tanto, y más en finanzas, adelantar acontecimientos es muy complicado y aún más complejo será interpretar cómo afectarán a los mercados todos esos discursos previos a su presencia en la Casa Blanca. Sólo el tiempo nos dirá cómo vamos digiriendo todo esto pero lo que todos tenemos muy claro, y ya lo expresó Cervantes en su obra maestra:
“…que el trabajo y peso de las armas no se puede llevar sin el gobierno de las tripas»
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